“Siempre tienes que estar alerta, nunca puedes dar por sentado una cosa que en medio segundo se te puede dar la vuelta”. A esta situación se enfrenta la figura de negociador de la Policía Nacional cuando media en un caso. Es el todo o el nada.
Así lo expone Isabel E.C., Inspectora Jefe de la Policía Nacional de Málaga que se encuentra realizando sus funciones en el área de Régimen Disciplinario: “Según el incidente crítico que te encuentres tienes que actuar de una manera o de otra. Desde que realizó el curso de negociación en 2016, ha intervenido en varias acciones que han podido terminar en tragedia.
“No es lo mismo encontrase a un adolescente que se quiere suicidar que estar con una persona mayor”, explica la Inspectora. De hecho, expone que “hay que adaptar el tono y el lenguaje a la persona con la que se está mediando, “aunque a veces sólo responde a lo que quiere”.
La actitud y la comunicación no verbal también se perfilan como elementos clave a la hora de negociar. Existen casos en los que la conversación se produce a través de una puerta “y no le estás viendo la cara” al afectado. En estas situaciones, el negociador “puede estar hablando sólo el tiempo que la persona considere”, con la incertidumbre de desconocer visualmente la situación al otro lado del tabique.
Para lograr intervenir satisfactoriamente, esta figura de la Policía Nacional cuenta con la denominada Escalera de Negociación, pautas para afrontar una situación de este calibre: “Con estas técnicas vas logrando empatizar con la otra persona”, subraya esta agente. Por tanto, para lograr entender qué le ocurre a la víctima “tienes que intentar ponerte en su pellejo y lograr influenciarla para hacerle cambiar de conducta”, continúa.
La negociación no tiene duración. Todo depende de lo que estime la persona afectada. En el último caso en el que intervino la Inspectora Jefe, se enfrentó a un joven que se hallaba encaramado a la barandilla de una habitación del piso 16 de un hotel de la provincia. La situación era crítica por la predisposición que mostraba el hombre par saltar al vacío.
Todo debe estar perfectamente medido para evitar el fatal desenlace. Y el agente también ha de mirar por su propia seguridad: “Si lo enganchas cuando no es el momento adecuado podemos caer lo dos”, asevera. Por ello, hay que tener muy claro “donde se está y en qué momento se está”. Se juegan la vida en cada intervención.
“El objetivo es lograr su atención para abstraerle de su idea suicida y hacerle ver que no está solo, sino que estamos para ayudarle”, destaca la agente. Nunca se debe invadir su espacio y cada gesto se le tiene que comunicar. Para ella, a nivel policial, la figura de negociador “es el servicio más gratificante”. Aquel día creía que iba a presenciar su primer trágico final: “Estaba dispuesto a tirarse, además iba un poco grogui por la medicación que estaba tomando y se podía caer”, detalla. Pero Isabel le ganó la batalla a la muerte y logró mantener una vida a salvo.
En esta línea, desde esta área de la Policía explican que no existe un perfil determinado de afectados. Sin embargo, la pandemia ha favorecido que se haya producido un incremento de situaciones en las que ha tenido que intervenir la figura de negociador: “Se han dado casos de personas que han perdido la estabilidad económica o que no tienen diagnosticada una enfermedad mental”, relatan.
Pero el suicidio no es, ni mucho menos, la única situación en la que intervienen. Atracadores de bancos -donde la actuación s mucho más rápida-, personas atrincheradas en sus casas o secuestro de rehenes, entre otros, son momentos extremos que requieren de un negociador. Por ello, concluyen “que nadie está a salvo” de estar involucrado en estos momentos y la “gestión de la situación” es independiente de cada persona.
La Policía Nacional cuenta con una red de negociadores, repartidos por todo el territorio. Normalmente, lo “ideal” es que haya un negociador en cada provincia. De hecho, con los últimos datos, ya hay más de 70 agentes titulados en esta sección; y en activo, más de 50.
“Como policías debemos tener la vocación de ayudar”, señala Isabel. Pero el “plus” de colaborar a salvar una vida en situaciones extremas “es gratificante al máximo”. Esta agente optó por este curso por “pura vocación”, y no se ha equivocado. En esta profesión no hay horario y en cualquier momento “te puede sonar el teléfono”. Pero es “fascinante”.
Por tanto, la Policía tiene cursos especializados de negociación, “que es el que tenemos todos los negociadores”, exponen. A pesar de que hay mucha gente con un talento innato para el manejo de estas situaciones, en esta formación se prestan las herramientas y técnicas apropiadas para aprender a gestionar estos momentos extremos: “No hace falta ser un perfil perfecto porque para eso está el curso”, apuntilla.
Los cursos de eliminación, por su parte, consisten en una semana en la que se realizan numerosas pruebas a todos los candidatos para ver como reaccionan ante situaciones críticas. Finalmente, se reúne el gabinete psicopedagógico de la Policía Nacional con los negociadores territoriales -Isabel participó en el último que se celebró- y “se decide quienes son los mejores candidatos para continuar en el proceso de selección”.
Durante el verano, se realiza un proceso online en el que se imparten temas y los aspirantes deben realizar trabajos relacionados con la negociación. Luego, en las dos últimas semanas, se desplazan hasta Guadalajara, donde se ubica la sede de el Grupo Especial de Operaciones -GEO- de la Policía Nacional para poner en práctica todo lo que se ha aprendido. En este proceso colabora también el grupo táctico del GEO, ya que “en las negociaciones se trabaja mano a mano con los grupos tácticos” de la Policía.
La figura del negociador de la Policía Nacional se perfila como un área imprescindible de seguridad ciudadana para salvar vidas y solventar situaciones extremas que penden de un hilo.